"Y mañana, ¿qué?"

Belén Meneu.



Estoy en 2º de Bachillerato y este es mi último curso en el colegio, un año donde mi vida académica es una constante carrera hacia una meta llamada PAU (Pruebas de Acceso a la Universidad, antigua Selectividad). Una vez cruzada esa línea, ¿cómo saber qué camino debo seguir, qué estudios me conviene cursar?
Es cierto que la información que hoy nos ofrecen a los escolares es mucho mayor que la que recibían nuestros padres cuando afrontaron esta decisión. Tenemos conocimiento de, prácticamente, todas las carreras y universidades gracias a numerosas charlas, jornadas de puertas abiertas y prácticas relacionadas con los estudios acordes a nuestra elección de rama en bachillerato. No obstante, aunque gozamos de muchísimo más asesoramiento que hace años, el abanico de estudios que podemos cursar ha crecido considerablemente, con grados como Ingeniería de la Energía o Ingeniería de la Organización, pues se requieren personas que cubran las nuevas necesidades del mercado laboral, que van a la par de muchos cambios sociales. También deberíamos sumar a la lista de posibilidades los ciclos de Formación Profesional, pues hoy más que nunca, con la crisis que afecta a los empleos clásicos, son necesarios trabajadores especializados en aquello que la formación profesional ofrece.
Todo sumado hace que nuestra disyuntiva sea aun mayor, pues aunque tengo amigos que saben desde pequeños lo que quieren estudiar, como si hubiesen nacido con una vocación bien marcada, son la inmensa mayoría los que no lo tienen claro. Es más, yo me encuentro entre ellos.
Durante los últimos años pensé estudiar Arquitectura, pero hace unos meses me di cuenta de que lo que de verdad me gusta son los negocios, interactuar con el resto de personas que formamos el mercado. Así, de un día para otro, pasé de querer matricularme en un grado completamente técnico a desear cursar uno relacionado con las ciencias sociales, al que se le conoce por “International Business”.
Son muchas las dudas que tenemos los jóvenes que nos enfrentamos a esta encrucijada tan importante, pues marcará nuestra vida laboral. Creo que no deberíamos fijarnos en los estudios que van a triunfar o con más futuro laboral y económico, aunque también sea un aspecto a tener en cuenta, sino decantarnos por aquello que nos llena, que de verdad nos gusta y en lo que trabajaríamos con ganas aunque nos pagaran por debajo de nuestra cualificación, pues es lo que tendremos que afrontar día a día durante muchos años y será lo que nos haga felices cuando lleguemos a casa tras cada una de las duras jornadas de trabajoa las que nos enfrentaremos.

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