"Para siempre"

Beatriz Fernández Moya.



El 18 de agosto pidió por primera y última vez que le pusieran morfina. Su muerte fue rápida, no distinta de otra cualquiera. Un segundo antes roncaba suavemente y al segundo siguiente, silencio. Un amargo silencio. Pero su agonía había sido eterna. Cinco meses de largas estancias hospitalarias, de las que siempre volvía a casa con un órgano menos y una sonrisa más cansada. Todos queríamos que se aferrase a la vida, que luchase con todas sus fuerzas, hasta el final, pero ella había comprendido lo que nos negábamos a ver, que la muerte es solo el paso necesario para liberarnos de las limitaciones del cuerpo. Para siempre.
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