¿Paco es libre?

Elena Echániz.



Una mujer -llamémosle Paca- se acerca a su marido -llamémosle Paco- y comienza a darle órdenes, sin preocuparse siquiera de disfrazarlas de peticiones. Órdenes tales como: <<haz la comida>>, <<lleva a los niños al cole>>, <<cuelga la colada>> (vale, seamos realistas, esta última no es una petición común que hace una mujer a su marido…). En un escenario así, es normal que el pobre hombre se plantee si, estando solo, tendría más libertad.

La libertad… Es un concepto abstracto que, en ocasiones, se contradice, porque siempre nos sentiremos oprimidos, ya sea por la ley o por nuestra propia Paca… <<Eres libre de hacer lo que quieras>>, dice Paca. Es en ese momento cuando Paco tiene que percibir ese matiz, ese significado oculto de la frase. Sería más correcto decir: <<Eres libre de hacer lo que quieras, pero si lo haces mal, me enfado y no te hablo hasta dentro de vete tú a saber cuánto tiempo>>. Es decir, <<Sí, eres libre, pero atente a las consecuencias, Paco>>. Tal vez nuestro cabeza de familia se plantea una vida mejor, en soledad, con su horario flexible, sin presiones ni obligaciones, con la posibilidad de hacer todo lo que le plazca sin que Paca refunfuñe (más que nada, porque ya no habría Paca). Pero, sorpresa, si así fuera, Paco no sería del todo feliz.


La felicidad es nuestro objetivo en la vida y la libertad es necesaria para alcanzarlo. Pero en esta ecuación entra a incordiar el amor. Necesitamos amar y ser amados para poder ser felices. ¿Qué sería nuestro Paco sin una mujer a la que contarle sus problemas? ¿Sin unas responsabilidades que cumplir con respecto a sus amados hijos?


Paco se preguntará: <<¿Entonces qué hago?>>.


Paca no te está quitando la libertad, te está dando amor, Paco. La libertad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace, querido amigo.
 


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