Aloma Riera.
En su obra maestra, El árbol de la ciencia, Pío Baroja afirma a través de uno de sus personajes que «(…) ante la vida solo hay dos soluciones prácticas para el hombre sereno: o la abstención y la contemplación indiferente de todo, o la acción limitándose a un círculo pequeño.» Y yo me digo: ¿qué clase de vida es esa? ¿Qué sentido tiene una existencia apática y sin ninguna fe en la humanidad? Si todos viviésemos con esa filosofía, hace tiempo que los hombres nos habríamos extinguido.
En el fondo, estas filosofías pesimistas de Schopenhauer y Nietzsche no son más que una farsa, una máscara de indiferencia que muchos utilizan para esconder su miedo: miedo a arriesgar, a sufrir, a luchar, a escoger, a perder, a morir... Se engañan a sí mismos y acaban juzgando las acciones de los demás en vez de vivir su propia vida; y cuando se dan cuenta de su error, ya es demasiado tarde y han malgastado la vida ejerciendo de jueces ilegítimos de un tribunal que nunca existió.
Es como llevar puestas unas gafas mal graduadas, que te impiden ver la belleza, los colores, la luz y, a cambio, te ofrecen una imagen distorsionada del mundo. ¡Qué manía tienen algunos adultos con deprimirnos a los jóvenes! Si eres menor de veinte años, no se te ocurra entablar conversación con muchos de ellos sobre el mundo en el que vivimos. Falsos médicos, todos saben diagnosticar la enfermedad de nuestra sociedad, pero no te atrevas a pedirles algún medicamento para sanarla, porque para ellos no existe. “Claro, tu eres optimista porque eres joven. Ya verás dentro de unos años…” Se creen expertos por tener unos cuantos años más. Deberían escuchar con más frecuencia la voz de los jóvenes.
¡Y es que hay tantas manifestaciones y evidencias, en el día a día, que demuestran que realmente existe la bondad! ¿Por qué no creer en ella? ¿Por qué nos empeñamos en oscurecer nuestro mundo? No pretendo convencer a nadie de que nuestro mundo sea un cuento de hadas, porque no lo es. Hay injusticias y sufrimiento, pero tampoco es un mundo caótico ni una lucha por la supervivencia, como muchos creen. En el mundo también hay amor, risa, complicidad. No tener en cuenta estas realidades es como declarar culpable a alguien sin escuchar a la defensa del juicio.
Al final, todo se resume en como decidas ver la vida. Puedes escoger ser pesimista, y ver la vida como un viaje lleno de sufrimiento e interminable que no llega a ninguna parte; o puedes tener un poco de fe y esperanza para subir al tren de los que creen que este mundo sí tiene solución. “Quien sonríe a la vida, la vida le sonríe; quien llora a la vida, la vida le llora”.
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