Beatriz Fernández Moya.
Pasa, pasa sin miedo. La puerta está abierta, pero ciérrala al entrar, no quiero que nadie nos moleste. Respira hondo. ¿Lo hueles...? Es azahar, el perfume de Sevilla en primavera. Vuelve a coger aire, retén el olor en la punta de la nariz y déjalo bajar lentamente hasta los pulmones. ¿Lo identificas...? Son las magdalenas con pepitas de chocolate que se están haciendo en el horno, un toque fresco de hierba recién cortada que entra por la ventana, una pizca de tierra mojada después de una lluvia corta pero intensa, madera de roble consumiéndose en la chimenea, helado de chocolate en una cálida tarde de verano y perfume de orquídeas, el tradicional regalo de mi padre a mi madre en el día de su aniversario.
Siéntate donde puedas: en la cama, en la alfombra, entre los cojines o al cobijo de mi oso de peluche gigante. No tengas miedo de estropear nada. Todo se puede tocar. Siente la suavidad de la seda del vestido de boda de mi madre bajo las yemas de tus dedos, o la áspera barba de mi padre, la frialdad del cuero de mi chaqueta preferida o la grama punzante cuando caminas descalza sobre ella.
Observa la diversidad de colores: verde clarito como los pistachos que tanto me gusta comer. Amarillo, cremoso y cálido, como los rayos de sol en primavera. Ropa muy colorida para poder vestir acorde al estado de ánimo: rojo para los momentos alegres, tonos pastel para los días de lluvia, brillantes para las fiestas, negro para el Viernes Santo, turquesa para los días de Feria…
Te dejo que leas mi diario. Te advierto que no es superficial, como esos en los que se cuentan miradas y flirteos con los chicos de clase. Es un libro en el que reflejo los pensamientos que voy teniendo a lo largo del día, razonamientos sobre temas que me preocupan, opiniones tal vez, citas interesantes que voy descubriendo, ideas para nuevos relatos… Hay también algunas fotos, la mayoría de la familia y de los amigos en celebraciones de cumpleaños, tardes tranquilas en el parque o junto al río. En todas ellas la gente se lo pasa bien. En la última página encontrarás una lista de las cosas que quiero hacer en el futuro y podrás darte cuenta de que la hoja está a rebosar y he tenido que empezar a escribir en la contraportada.
El la estantería hay algunos CDs de tiempos pasados y alguna que otra comedia romántica de las que me han hecho llorar porque soy una idealista y, sobretodo, porque creo en el amor. Por cada chica que confía en el amor hay un hombre bueno que muchos pueden llamar príncipe azul, destinado a hacerla feliz. El problema no es que ya no existan príncipes azules, es que la chichas ya no confían en el amor. Ni en la familia, otro concepto que cada vez se valora menos. Para mí siempre ha sido, y espero que siga siendo, el mejor abrigo en los días de frío intenso.
¿Ves?... Me pongo a hablar y estaría así todo el día. Yo solo quería decirte que todo esto soy yo. O, mejor dicho, que esto es lo que hay en mi corazón. Y que te lo entrego a ti porque creo que te lo mereces.
Solo espero que sepas cuidarlo.
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