Beatriz Fernández Moya.
Mi novio me dejó. Y no se lo reprocho. No se puede amar algo que está vacío. Y yo lo estaba por completo. No tenía nada: nada que ofrecer, nada que aportar, nada que sentir. Vacía metafórica y literalmente. Por no tener, ya no tenía ni lágrimas. La verdad es que me habría encantado que lágrimas no me faltasen, porque parece que la tristeza es más pura si la expresamos llorando. Pero no hay ni un ápice de verdad en ese pensamiento. Las lágrimas son algo que utilizamos para hacer a los demás partícipes de nuestro dolor. Y yo no quería compartirlo con nadie. Era mío, y sólo yo podía entenderlo.
Estaba seca y seco estaba mi corazón. Como uva pasa, arrugado y sin vida, en un estado irreversible de tristeza. En completa soledad, no porque no tuviera nada, sino porque lo único que ansiaba tener estaba completamente fuera de mi alcance. Y no como un libro en el estante más alto de un armario, que en cualquier momento puedes coger ayudándote de una escalera, sino como un pequeño pendiente de plata perdido en la inmensidad del océano. Jamás volvería a poseerlo.
Deseaba volver el tiempo atrás, regresar al momento en el que decidí montarme en el barco con el que cruzaría el océano, para evitar así perder mi pendiente... Pero el tiempo, desgraciadamente, sólo avanza en un sentido. Y lo que había perdido no era un pendiente ni estaba en el fondo del mar. Había perdido un beso de los labios de un extraño. Alguien que me conquistó con una parrafada sobre el amor a primera vista, sacada seguramente de un guión de comedia americana. Y yo, tonta, me deje convencer. Bastaron unos segundos para arrepentirme.
Cuando tienes un jarrón roto en las manos, solo te quedan dos opciones: esconder los pedazos o contárselo a su dueño. Y mi segunda peor decisión fue elegir la primera opción, que marcó el comienzo del fin de nuestra relación. La culpa me quemaba por dentro. Lo peor de todo es que, sin quererlo, él se estaba abrasando conmigo.
Cuando ya éramos casi cenizas, decidí contárselo. Fue incapaz de perdonar mi mentira. Y me dejó. Y no se lo reprocho. No se puede amar algo que está vacío. Y yo lo estaba por completo.
0 Komentar