Beatriz Fernández Moya.
El móvil vibraba descontrolado, iluminándose la pantalla con el nombre de Esperanza. Pero no se atrevió a cogerlo, segura de lo que su amiga con vocecita de soprano iba a comunicarle. No se sentía preparada.
Poco después, aquel soniquete volvió a la carga. Por lo visto, Esperanza no se daba por vencida. Al quinto timbrazo, respiró hondo y pulsó el botón verde.
-María, ya han salido las notas de Informática -le dijo en tromba apenas descolgó.
Se quedó muda.
-Has sacado un dos con siete... -Esperanza dejó pasar un impás-. Un dos en el examen, y cero con siete por las practicas... Lo siento.
Tragó saliva, intentando contener el llanto.
-No te preocupes. En el fondo, ya lo sabía. Y a ti, ¿cómo te ha ido?
-Tengo un tres con siete en el examen y he subido un punto con las practicas, lo que se queda en un cuatro con siete. Pero en las listas aparezco con uin suspenso. Pienso ir a revisión.
Tenía que decir algo para animarla.
-Seguro que terminas aprobando; estás muy cerquita del cinco… Muchas gracias por llamar. Ya nos vemos mañana en clase.
-Ánimo. Ni se te ocurra venirte abajo.
¡Qué bien la conocía!
-¡Chao!
Colgar y romper a llorar fue todo en una. Un dos con siete era una calificación humillante. No le consolaba, como a muchos de sus compañeros, que su carrera fuera de las más difíciles ni que solo hubiesen aprobado el examen seis personas.
Un par de días más tarde, Esperanza volvió a telefonearla. Sabía lo que significaba: habían salido las notas de Empresa. Esta vez no se resistió tanto a cogerlo, porque a pesar de que el examen no le había salido muy bien, tenia la esperanza de aprobar.
-Tengo noticias que darte.
Su amiga parecía muy contenta y eso la animó.
-Empieza por la mejor, por favor.
-En Informática, han aprobado a todo el que tenía mas de un cuatro, lo que significa...
-Que estás aprobada. ¡Enhorabuena!
-La segunda noticia no es buena.
Lo imaginó: había suspendido empresa. Su amiga no rompía el silencio incomodo que se había creado, así que intentó ayudarla, para quitarle hierro al asunto:
-No le des más vueltas, Esperanza. He suspendido empresa, ¿verdad?
-No sabía como decírtelo, María. Tienes un tres con ocho. Pide una revisión. Igual, con suerte te sube…
Deseó que se callara, que el móvil se quedara sin cobertura, que de repente alguien cortara un pequeño cable en la central, que hiciera que todas las conexiones se apagaran. Mejor: que su madre la llamara diciendo que se había quedado dormida y que llegaba tarde a la universidad. Así, todo habría sido un mal sueño… Pero no, Esperanza había puesto su confianza en una revisión que no daría resultado.
No hizo falta preguntarle si ella había aprobado. Era obvio que sí. Sin quererlo, el verano de las dos amigas se había desligado.
Pese a todo, acudió a la revisión y, efectivamente, le subieron a un cuatro con dos porque uno de sus ejercicios estaba mal puntuado. Pero seguía siendo un suspenso. La gota que colmó el vaso fue la frase lapidaria de su profesor, ante su pregunta de si podía hacer algo para subir su nota:
-Por supuesto, amiga: hacer un buen examen en septiembre.
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